lunes, 2 de mayo de 2011

ADN mitocondrial: significado y aplicaciones


Cuando ocurre alguna desgracia en la que toca hablar de identificación de cadáveres suele surgir un tema interesante y cuya importancia ha ido creciendo en los últimos años por diversas aplicaciones. Se trata de los análisis de ADN mitocondrial.
¿Qué es el ADN mitocondrial exactamente y qué lo hace tan especial? Ya en la escuela nos enseñan que el ADN de las células se encuentra en el núcleo, que todas las células de nuestro cuerpo tienen el mismo ADN y que este ADN es aportado por nuestros padres (la mitad de nuestros cromosomas provienen de nuestra madre, la mitad de nuestro padre). Y no hay dos individuos que posean el mismo ADN, éste nos hace diferentes a unos de otros.
Las células animales poseen unos compartimentos internos, llamados orgánulos celulares, que se encargan de realizar tareas específicas en la célula. Uno de estos orgánulos es la mitocondria, cuya función más importante es la respiración celular, es decir, oxidar compuestos orgánicos para conseguir obtener energía.
Citoplasma celular con mitocondrias
Las mitocondrias poseen varias características importantes que las hace un poco diferentes del resto de los orgánulos de las células animales. Por ejemplo, son orgánulos de doble membrana, poseen una envoltura exterior y una envoltura interior. Pero la característica más sorprendente y diferencial es que poseen su propio ADN.
Se trata de un ADN circular de pequeño tamaño, posee alrededor de 16570 pares de bases, frente a los aproximadamente 3000 millones de pares de bases del ADN nuclear. Y posee 37 genes, mientras que nuestro ADN nuclear posee más de veinte mil.
Además, se da una circunstancia curiosa. Aunque tanto óvulo como espermatozoide poseen mitocondrias, durante la fecundación el espermatozoide solo aporta al zigoto su núcleo, su ADN, siendo desechado la mayor parte del citoplasma del espermatozoide y con él, sus mitocondrias. Y aunque consiguiese colarse alguna, pronto será desechada.
Por lo tanto, en un individuo todas sus mitocondrias derivan de las mitocondrias del óvulo, es decir, de las mitocondrias de la madre. Y por eso, todas sus mitocondrias tendrán una réplica del ADN mitocondrial de la madre, idéntico salvo por posibles mutaciones, que si se diera el caso serían absolutamente puntuales.
Nuestras mitocondrias, por tanto, nos anclan a una línea familiar materna. Por nuestro ADN mitocondrial podremos determinar no sólo quién es nuestra madre, sino también si pertenecemos a determinada línea familiar, ya que el ADN mitocondrial va pasando de madres a hijos, sin que el ADN aportado por los varones provoque ningún tipo de interferencia.
El uso de ADN mitocondrial para identificaciones tiene varias ventajas. Por un lado, una sola célula pose, normalmente, varias docenas de mitocondrias, cada una de ellas con varias copias de su ADN mitocondrial (alrededor de cinco). Resulta, por lo tanto, relativamente fácil de recuperar aunque el tamaño de muestra de tejido ser reducida. Además, el ADN mitocondrial procede solo de la madre y no ha sufrido recombinación, que es el proceso que provoca que no existan dos óvulos y dos espermatozoides iguales y que, por lo tanto, no existan dos individuos con el mismo ADN nuclear idéntico (salvo los gemelos homocigóticos y los individuos clonados, si los hubiese). Por último, el ADN mitocondrial es de pequeño tamaño, fácil de manejar, con pocos genes y una región específica ampliamente polimórfica (muy variable) que permite discernir entre individuos que pertenecen a una misma línea familiar.
Por estas razones el ADN mitocondrial se usa en identificaciones tras catástrofes (como el caso de accidentes de avión), en la que las muestras de tejido bien conservado escasean y en la que no importa determinar la paternidad, sino la pertenencia a una línea familiar (no es necesario comparar directamente una madre con una hija o un hijo, también sirven, por ejemplo, comparaciones con hermanos). Y en análisis en los que se requiera demostrar la pertenencia a una línea familiar sin que sea determinante demostrar una paternidad. Así que, si siempre sospechó que usted deriva de una línea familiar ilustre, el ADN mitocondrial puede ser su argumento.

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